Manuel Agraz Güereña
La competencia es parte natural de la vida diaria. Vivimos en una lucha constante donde siempre surgen intereses contrapuestos en distintos ámbitos, y esto nos obliga a tomar decisiones de manera continua, momento a momento. Estas batallas no solo se presentan externamente, sino también dentro de nosotros mismos, involucrando nuestros pensamientos y emociones.
La vida está llena de desafíos, tentaciones y enfrentamientos que ponen a prueba nuestra capacidad de avanzar. El verdadero triunfo consiste en no rendirnos y continuar adelante.
Algunos psicólogos afirman que “la competitividad ofrece grandes beneficios cuando la persona aprende a gestionar la sensación de logro que surge al alcanzar objetivos de mediano y largo plazo mediante la perseverancia”, especialmente en el ámbito profesional o deportivo.
Competir nos ayuda a sacar lo mejor de nosotros, superar obstáculos y alcanzar metas. La competitividad positiva es aquella que impulsa el crecimiento sin deteriorar las relaciones con los demás.
La competitividad puede ser un motor importante en contextos de alto rendimiento, pero también es fundamental aprender a desactivar ese impulso en momentos sociales o de descanso, y saber relajarse.
En la negociación competitiva, las partes tienen intereses opuestos y cada una busca obtener un mayor beneficio que la otra. Esto se presenta comúnmente cuando existen recursos limitados o situaciones de suma “0”.
La personalidad competitiva se caracteriza por una motivación intensa por superar a los demás. Para algunos expertos, esto puede favorecer el éxito; para otros, puede generar efectos negativos si no se gestiona adecuadamente.
Es importante entender que no siempre se debe ganar o sobresalir. El exceso de estrés y ansiedad puede provocar desgaste emocional y físico cuando no se aprende a equilibrar esta tendencia.

Aun así, esta personalidad también puede fortalecer la autoestima y la confianza. Quienes se esfuerzan por superar retos suelen sentirse más seguros y valorados. La sensación de logro puede incrementar el respeto propio y la percepción de capacidad personal.
Ser competitivo puede conducir al éxito, pero centrarse demasiado en ganar puede derivar en agotamiento o burnout.
Otras características de las personas competitivas:
- Buscan objetivos claros y trabajan disciplinadamente para alcanzarlos. Poseen una notable capacidad de concentración.
- Se exigen altos estándares y tienen claridad en su rumbo.
- Muestran gran tolerancia a la frustración, lo que les permite seguir luchando pese a las dificultades.
- Invierten mucho tiempo en sus intereses y buscan un crecimiento constante.
- Requieren de estímulos nuevos y potentes dentro de su actividad, lo cual les ayuda a mantener su motivación y desempeño.
Referencias bibliográficas: La competitividad del ser humano. Silvia
Pardo. Otros autores: Dra. Patricia O´Donnell Psicólogo Alexis Aldrete.
Manuel Agraz
Ingeniero Químico con Maestría en Dirección de Organizaciones
Actualmente Consultor Empresarial y Financiero
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