Manuel Agraz Güereña
La cooperación surge como resultado de la necesidad de supervivencia del ser humano. En nuestra sociedad, todo lo que logramos como individuos depende de una extensa red de colaboración de la que muchas veces no somos del todo conscientes. Cualquier cosa que consumimos o utilizamos proviene de la cooperación, y gracias a ella podemos avanzar y desarrollarnos.
Desde nuestros orígenes como especie, el grado de cooperación se ha vuelto cada vez más sofisticado. La humanidad evolucionó hasta dominar su entorno mediante la inteligencia, la colaboración y la capacidad de negociar.
El cerebro del homo sapiens representa la clave de su éxito. A diferencia de otras especies, la inteligencia humana le ha permitido desarrollar el pensamiento abstracto, la planificación, el razonamiento y la resolución de problemas. En su momento, esta capacidad se tradujo en la creación y uso de herramientas como lanzas, arcos y flechas, esenciales para la defensa y la caza.
La cooperación ha sido un pilar para el progreso del ser humano, tanto en la adaptación a entornos hostiles como en la respuesta ante crisis o desastres naturales. Gracias a la cooperación humanitaria, las organizaciones pueden ofrecer asistencia en condiciones adversas.
Nuestra habilidad para cooperar nos permite convivir en grandes comunidades, trabajar en equipo y dividir tareas para que diferentes personas se especialicen en diversas actividades. Esta capacidad colectiva ha hecho posible la construcción de ciudades, el desarrollo de tecnología avanzada y la cura de enfermedades.

La negociación, por su parte, está presente en prácticamente todos los ámbitos de la vida, dentro y fuera de la empresa. Se trata de un proceso mediante el cual las partes involucradas buscan satisfacer intereses comunes, intercambiando recursos o beneficios para lograrlo.
Como especie, comenzamos con pequeñas estructuras familiares, que con el tiempo dieron paso a grupos cooperativos más amplios: aldeas, ciudades, países. Hoy vivimos en una sociedad global interconectada que nos brinda grandes ventajas —riqueza, conocimiento y progreso—, pero también conlleva una enorme complejidad social, que a su vez genera nuevos escenarios políticos y vínculos entre instituciones.
El ser humano siempre aspira a más. Este impulso combina evolución, adaptación y la búsqueda constante de satisfacción. El deseo de alcanzar lo que aún no se tiene fue, y sigue siendo, un rasgo de supervivencia que empujó a nuestros antepasados a asegurar su futuro.
A lo largo de la historia, las sociedades se han enfrentado a problemas similares: luchas de poder, administración de recursos y conflictos internos. Sin embargo, el mundo actual ha alcanzado niveles de destrucción ambiental y agotamiento de recursos sin precedentes. Si no afrontamos estos desafíos de forma cooperativa, podrían tornarse irreversibles. Por primera vez, está en juego la supervivencia de nuestra propia especie.
Referencias bibliográficas:
Negociación una herramienta para la
supervivencia.https://www.hacerempresa.uy
Manuel Agraz
Ingeniero Químico con Maestría en Dirección de Organizaciones
Actualmente Consultor Empresarial y Financiero
📩 manuelagrazpontifex@gmail.com
